- A los 40 años pesaba 96 kilos, hoy, a punto de cumplir 72 años, pesa 75
- 'Posiblemente si fuera médico nunca habría llegado a estas conclusiones'
- 'La leche materna tiene más grasa que la de vaca, ¡por algo la hizo Dios así!'
- 'El error fue llamar nutriente a lo que sólo es combustible'
Jaime Brugos es un madrileño que lleva más de 16 años viviendo en
Miami y más de 30 investigando la verdadera causa del estrepitoso
fracaso de la ciencia de la nutrición.
A los 40 años pesaba 96 kilos, hoy, a punto de cumplir 72 años, pesa 75 kilos y se encuentra en la mejor forma física de toda su vida.
El nutricionista, que en 2005 fue elegido como miembro del Comité
Científico de la IFBB (International Federation of Body Building),
descubrió el término MEGAREXIA, (estar obeso y no verlo ni querer admitirlo) y es autor de 3 libros sobre dietas, en su último libro titulado 'ISODIETA, adelgazante y revitalizadora' afirma que; "Toda la ciencia de la nutrición parte de una base falsa", y nos descubre lo que él considera un "grave error científico"
que ha distorsionado la investigación nutricional durante más de 50
años, ocasionando mucho sufrimiento, enfermedad y muerte prematura.
Un estudio publicado recientemente en la revista médica The Lancet
que afirma que la obesidad se ha duplicado en las últimas tres décadas,
afectando a más de 500 millones de personas en todo el mundo, parece
darle la razón.
¿Cuál es el la causa del fracaso en la lucha contra la obesidad?
Llevamos más de 50 años disparando contra un enemigo equivocado.
Durante más de 5 décadas hemos estado luchando contra la grasa de los
alimentos (que es un "nutriente esencial" componente de todas nuestras
células y nuestro mejor "aliado" en la regeneración celular), cuando
deberíamos haber estado luchando contra la grasa que tenemos acumulada,
que no tiene nada que ver con la grasa de los alimentos.
La grasa acumulada está formada en su mayor parte por triglicéridos
provenientes del exceso de glucosa en sangre, originado a su vez por el
monstruoso exceso de carbohidratos que contiene la dieta moderna.
En lugar de recomendar tomar menos grasa, deberíamos haber estado
recomendando tomar menos azúcar y carbohidratos, que se ingieren en
exceso y se acumulan en forma de grasa con muchísima facilidad.
Nuestro fracaso en combatir la obesidad se deriva de una estrategia
totalmente equivocada, obsesionados por lograr que los obesos adelgacen,
les recomendamos que ingieran menos calorías y provocamos que sus
cuerpos se debiliten, en lugar de recomendarles que se nutran mejor para
que se eleve su metabolismo y gasten más calorías, que sería la
estrategia correcta y mejoraría su salud que es lo verdaderamente
importante.
Error histórico "clave"
El gravísimo error, que nos ha impedido frenar el alarmante
crecimiento de la obesidad, se produjo en los años cincuenta cuando se
determinó que había tres macronutrientes: proteínas, grasas y
carbohidratos.
En aquellos momentos, de los 4 elementos que nos proporcionan
energía, proteínas, grasas, carbohidratos y alcoholes, se decidió no
considerar a los alcoholes como nutrientes sino como combustibles porque
sólo aportan siete "calorías vacías" por gramo, sin vitaminas ni
minerales ni aminoácidos ni nada nutritivo.
El error fue no sacar también al azúcar que tampoco aporta
absolutamente nada más que cuatro "calorías vacías" por gramo y a los
demás carbohidratos que sólo aportan energía.
De una forma más comprensible podemos decir que el error fue llamar
"nutriente" a lo que sólo es "combustible". En castellano, lo que sólo
proporciona energía no se llama nutriente sino combustible y cuando
explicamos lo que son los carbohidratos, decimos que son el aporte de
energía más fácil de utilizar por el cuerpo. Si le damos a nuestro
cuerpo la energía fácil de utilizar, jamás tirará de la difícil de
utilizar que es la grasa acumulada.
Las consecuencias de ese gravísimo error han sido que el azúcar,
perfecto ejemplo de lo que llamamos "calorías vacías", que en los años
50 se consumía a razón de 12 kilos por persona y año, actualmente en
Europa se consumen 33 kilos por persona año y en Estados Unidos, la
monstruosa cifra de 67 kilos por persona año.
Con estos datos es fácil comprender que este "error histórico"
condenó a los americanos a sufrir la peor epidemia de obesidad que nadie
podría haber imaginado. Los españoles vamos por el mismo camino.
¿Qué podemos hacer para adelgazar?
Lo fundamental es que nuestro cuerpo esté óptimamente nutrido. Para
lograrlo, debemos aumentar y repartir en 5 ó 6 comiditas al día, la
cantidad óptima de "nutrientes esenciales" (proteínas y grasas),
eliminando o reduciendo en lo posible el "combustible" (carbohidratos),
ayudándonos, durante todo el proceso, con un multivitamínico y
multimineral.
Seguir esas pautas hará que mejore nuestro tono muscular y se eleve
nuestro metabolismo para que vayamos eliminando la grasa poco a poco.
Deberíamos desterrar para siempre el concepto de "perder peso a
cualquier precio" y sustituirlo por el de "perder grasa sin
desnutrirnos, mientras alimentamos muy bien a órganos y músculos".
El primer paso podría ser erradicar el consumo de bebidas azucaradas y
de todos los alimentos que contienen elevadas cantidades de azúcar. La
primera meta sería volver a llevar el consumo medio de azúcar por debajo
de los niveles de los años 50, de 12 kilos por persona y año.
Para lograrlo es imprescindible cambiar las recomendaciones para que
las personas comprendan que lo que realmente está destruyendo su salud
no es la grasa sino el monstruoso exceso de azúcares que consumen.
Por lo que respecta al ejercicio, mi opinión es que si una dieta o
sistema nutricional es bueno, debe ser efectivo sin necesidad de hacer
ejercicio. Si, para que sea efectivo requiere que se haga ejercicio, es
evidente que esa dieta contiene más combustible del que necesitamos.
El buen ejercicio es magnífico para nuestro bienestar, salud y tono
muscular. Si a una perfecta nutrición, añadimos algo de ejercicio,
concentrado, intenso y con los necesarios descansos los resultados serán
espectaculares.
¿Qué NO debemos hacer para adelgazar?
No hay que empezar a comer menos sin un plan bien elaborado para no
reducir la ingesta de "nutrientes esenciales", ya que eso provocaría una
desnutrición que puede destruir nuestra salud. Por desgracia, si no
estamos bien nutridos, a nuestro cuerpo le resulta más fácil perder
músculo que perder grasa.
Tampoco debemos saltarnos comidas durante el día porque provocamos
pequeños intervalos de desnutrición que disminuyen nuestro metabolismo.
Por el mismo motivo, no debemos dejar pasar mucho tiempo desde que nos
levantamos hasta que hacemos un desayuno súper nutritivo, nuestro cuerpo
está desnutrido tras ocho horas de sueño y requiere "nutrientes
esenciales", lo antes posible, al levantarnos.
También por el mismo motivo no debemos acostarnos por la noche, si
han transcurrido tres horas desde la cena, sin ingerir nuestra "dosis de
nutrientes esenciales" que van a ser necesarios para mantener la
circulación de aminoácidos y ácidos grasos esenciales por nuestra sangre
durante las primeras horas de sueño.
Si comemos algo ligero y nutritivo justo antes de acostarnos,
dormiremos mejor, mantendremos nutridos a nuestros órganos y músculos
durante el sueño y nos levantaremos mucho más descansados.
Lo que evidentemente no debemos ingerir, en la cena ni en la comidita
de antes de acostarnos, son las "calorías vacías", azúcares, dulces o
carbohidratos, que son combustibles proveedores de energía que no se va a
gastar durante la noche, y que se acumulará en forma de grasa corporal.
¿Cómo podría EEUU defenderse de la epidemia de obesidad?
Estados Unidos es el país con más obesos del mundo, según las
estadísticas, el 65% de los adultos tienen sobrepeso y una tercera parte
de su población padece obesidad.
El problema es de tal magnitud que la primera dama Michelle Obama ha
manifestado, al cumplirse un año de su campaña contra la obesidad
infantil, que considera que esta epidemia supone una grave amenaza para
la seguridad nacional porque casi un 30% de los jóvenes no pueden
alistarse en el ejército por no cumplir los requerimientos mínimos de
masa corporal.
La obesidad infantil está provocando un daño tan grande a la salud
que un estudio reciente de la Sociedad Estadounidense de Apoplejía
determinó que en sólo 11 años, los casos de apoplejía entre hombres de
15 a 30 años aumentaron un 51%.
El doctor Ralph Sacco, presidente de la Asociación Estadounidense del
Corazón dijo: Nos ha preocupado desde hace tiempo que el aumento de la
obesidad juvenil pudiera cobrar un saldo en problemas cardiacos y
apoplejías y parece que eso ya está sucediendo.
A pesar de esta alarmante situación, a principios de este mes el Gobierno estadounidense publicó su nuevo "menú federal", en él se limita a instar a la población a evitar ante todo la sal, los azúcares y las grasas.
(El doctor Brugos niega con la cabeza y se resigna después de comprobar el nuevo "menú").
¿Cómo es posible que, con lo que está sucediendo, todavía no se hayan
dado cuenta de que las grasas son "nutrientes esenciales" y en nada
comparables con los azúcares que son "calorías vacías"?.
Uno de los consejos que proporciona el Gobierno es que se tome leche
descremada, sin grasa. La leche materna tiene más grasa que la de vaca,
¡por algo la hizo Dios así!. La leche descremada es una "leche
antinatural" a la que se le ha extraído un "componente esencial" como es
la grasa.
Jaime Brugos y las críticas
Si estuviéramos derrotando a la obesidad, aceptaría todas las
críticas que se me quisieran hacer y las consideraría positivas para
continuar progresando pero, cuando los porcentajes de obesidad se han
duplicado en 30 años, no podemos aceptar que se pretenda seguir por el
mismo camino. Ojala mis críticos, en lugar de criticarme sin haber leído
el libro, hicieran nuevas propuestas más efectivas para combatirla.
La respuesta, punto por punto, a las críticas que me hicieron cuando
presenté mi libro en 2009 figura como enlace de interés (JBL responde a
las críticas), en mi página donde cualquiera puede leerla detenidamente.
A este grupo que se autodenomina Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas les invito a un debate imparcial,
en cualquier medio de televisión, radio o prensa que nos permita
aclarar conceptos y establecer nuevas estrategias contra la obesidad.
Dicen que mis teorías carecen de lógica y que además no tengo título
de medicina. Por supuesto que no soy médico, soy nutricionista y mi
lógica es tan elemental que miles de lectores en todo el mundo la han
comprendido y asimilado, también se pueden ver los resultados en la
sección de "Testimonios" de mi página.
Posiblemente si fuera médico nunca habría llegado a estas conclusiones
ya que hay cientos de miles de médicos en el mundo que siguen
repitiendo lo que les enseñaron en la universidad, a pesar de que haya
resultado tan poco efectivo. El primer paso para progresar en cualquier
ciencia es poner en duda lo que nos han enseñado y tratar de mejorarlo.
Yo hablo del error clave, del error que hemos arrastrado durante 50
años y está destruyendo a la humanidad, el error que nos hace obesos.
Pero ese error ha estado en la base de la dietética y de la nutrición
durante todo ese tiempo y mientras no lo corrijamos, no frenaremos el
crecimiento de la obesidad. ¿Acaso debemos esperar otros 30 años para
corregirlo?, sentencia Brugos.
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