Resumen del estudio del Dr. Lindeberg realizado por el Dr. Maelán Fontes Villalba que compara la dieta mediterránea con la Paleolítica y la prevalencia de Diabetes tipo 2. Al tener una generación de diabéticos en la parte materna de mi familia, es un tema en el cual siempre me gusta estar al día. Como podeis ver, con la Paleodieta en doce semanas se reduce el número de diabéticos a 0.
Artículo: Lindeberg S, Jönsson T, Granfeldt Y, et al. A Palaeolithic diet improves glucose tolerance more than a Mediterranean-like diet in individuals with ischaemic heart disease. Diabetologia 2007;50(9):1795–807.
Ya
era hora de que hiciera un resumen de un estudio de intervención con
dieta, en este caso la dieta a la que como especie estamos adaptados, y
que corresponde con la dieta que tuvimos durante nuestra evolución.
Se
trata de un estudio de intervención aleatorizado y controlado de 3
meses de duración en 29 pacientes con enfermedad isquémica del corazón y
diabetes tipo 2. El investigador principal es el Dr. Staffan Lindeberg,
médico y doctor del Centro de Investigación en Salud en Atención
Primaria de la Universidad de Lund, Suecia. El objetivo del estudio fue
comparar el efecto de dos dietas sobre la tolerancia a la glucosa y la
diabetes. Sin embargo, uno de los aspectos más destacados del estudio es
que la dieta de investigación no iba dirigida a testar el efecto de los
carbohidratos, la grasa, la fibra, la fruta o los vegetales y sus
proporciones. En cambio, la intervención tenía como intención comparar
una dieta basada en los alimentos que tuvimos durante nuestra evolución y
una dieta basada en alimentos introducidos recientemente y que forman
parte de la pirámide de nutrición recomendada, es decir, era más
importante el tipo de alimentos que las proporciones entre
macronutrientes. En concreto se comparó una dieta paleolítica con una
dieta mediterránea.
En
la dieta paleolítica se aconsejó el consumo de pescados, carnes magras,
frutas, verduras, tubérculos, huevos y frutos secos. En la dieta
mediterránea se aconsejó el consumo de cereales integrales, lácteos
desnatados, verduras, frutas, pescados, margarina y aceite vegetal. En
ambos casos la dieta fue ad libitum, lo que significa que los
participantes podían comer todo lo que querían en cuanto a cantidad, sin
limitaciones de calorías, pero basado en los grupos de alimentos
recomendados en cada caso.
Los resultados fueron muy significativos al cabo de 3 meses:
En
primer lugar, la cantidad de calorías que ingirieron los participantes
de la dieta paleolítica fue de 1,344 ± 521 Kcal, comparado con 1,795 ±
306 en la dieta mediterránea, una diferencia significativa (p=0.01) de
451 Kcal al día. Este dato fue objeto de otra publicación posterior, que
analizaremos en el futuro, porque afortunadamente los autores midieron
la saciedad (la capacidad de quedarse lleno con la comida y el tiempo
que transcurre hasta que la persona tiene hambre de nuevo) de la dieta. A
pesar de que consumieron unas 451 Kcal menos en la dieta paleolítica,
los sujetos de ambos grupos se encontraban igual de saciados, lo que
significa que una dieta paleolítica tiene más capacidad de saciedad por
caloría. Las razones las analizaremos en un próximo newsletter. Por
consiguiente, esta dieta sería ideal para la pérdida de peso.
Figura 1.
En
segundo lugar, el test de tolerancia oral a la glucosa (que mide la
capacidad del cuerpo de regular la glucosa en sangre) mejoró de forma
significativa de las 0-6 semanas y de las 6-12 semanas, y con un efecto
continuo. Sin embargo, en la dieta mediterránea, hubo mejoría de las 0-6
semanas pero no de las 6-12, lo que significa que no fue eficaz en la
segunda parte, a pesar de que los pacientes perdieron peso porque la
dieta era baja en calorías comparado con la que tenían antes de empezar
el estudio. Posiblemente, el hecho de reducir los cereales en la dieta
paleolítica produce beneficios a nivel metabólico independientemente de
la pérdida de peso, obedeciendo a mejor funcionamiento hormonal.
Figura 2.
En
tercer lugar, hay que destacar que en el grupo paleolítico, donde
habían 14 participantes, al cabo de 6 semanas sólo uno era diabético y
al cabo de 12 semanas ninguno era diabético. Comparado con la dieta
mediterránea, donde a las 6 semanas habían 3 diabéticos y a las 12
semanas 5, una diferencia significativa entre un grupo y otro.
Figura 3.
Finalmente,
al analizar los datos derivados de los registros de pesado de alimentos
(los pacientes tenían que pesar todo lo que comían durante 4 días en
varias ocasiones) queda muy claro que la mayor diferencia entre una
dieta y otra fue el consumo de cereales que era de unos 18 gramos y 268
gramos en la dieta paleolítica y mediterránea, respectivamente. En
segundo lugar, el consumo de lácteos que fue de 45 gramos y 287 gramos
en la dieta paleolítica y mediterránea, respectivamente. En tercer
lugar, el consumo de frutas que fue de 493 gramos y 252 gramos en la
dieta paleolítica y mediterránea, respectivamente. Por lo tanto, en la
dieta paleolítica se consumieron muchísimos menos cereales, menos
lácteos y más fruta. También hubo diferencias, aunque no significativas,
en el consumo de otros alimentos; en la dieta paleolítica se
consumieron más carnes, pescados, verduras, huevos, y menos legumbres y
aceites vegetales. Cabe destacar que aquí se derriba el mito de la fruta
para los diabéticos, es decir, en este caso aumentar el consumo de
frutas ayudó al control de glucosa, justo al contrario de lo que se
cree.
Figura 4.
Para
finalizar, comentar que este estudio tiene dos limitaciones, una
muestra pequeña n=29 y una duración corta, 12 semanas. Por lo tanto, a
pesar de ser muy superior a la dieta mediterránea, necesitamos estudios
de más muestra y mayor duración para tener datos más consistentes. En la
actualidad se está desarrollando un estudio con estas características
(y resultados muy similares a éste) y en breve comenzará otro estudio de
intervención con las características del estudio analizado en este
newsletter.
Maelán Fontes Villalba, MS
Centro de Investigación en Salud en Atención Primaria, Universidad de Lund, Suecia
Doctorando en Nutrición, Universidad Complutense de Madrid
Máster en Nutrición Humana y Calidad de los Alimentos, Universidad de las Islas Baleares
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